jueves, julio 04, 2013

Olvidar ser

Después de lo que me cuente maría del olvido no volveré a ver los mismos colores, no me darán las seis viendo el crepúsculo ni voltearé a ver la luna menguar, porque habrá algo más interesante en el cielo que buscar las más obvias metáforas. 
Me hablará de la mísitca y la dimensión del tiempo; me dirá, por ejemplo, que entre el fango del cielo y el espacio se esconden las ratas, que todo roedor es un intruso de las mitades. Me hará creer en las mixutras y en el pardo de las desgracias. Me hará soplarle al vacío y habitar la nada con mi aliento. Me dirá muchas cosas que no son verdad y que nadie se atreve a decir porque es preferido el voyeurismo que la mentira.
Pero qué importa porque de todos modos fingiré; le diré que me conformo con escupir humo a bocanadas, porque esa es su mejor metáfora: una línea que se agrieta con un soplido, y es que la recuerdo siempre inasible, como el esfuerzo vano de empuñar el aire. Me reclamará más tarde diciéndome que sólo son palabras, pero yo le diré que son las mismas que permiten reducirla a mi erotismo; volverla un silencio que se palpa. 
Al final del trance, cuando empiece su llanto y la rabia le espume los labios, me obligará a observarla desde lejos mientras se reinventa y se me crispará la vista hasta no haber dado cuenta de su metamorfosis, de sus suplicios convertidos en una prenda de moda. 
Entonces me quedaré callado hasta no haber escrito su nombre en minúsculas, hasta que después de un tiempo de pensarla (con el humo) se le olivde existir.