Bits verdes
Al alba todo parecía en vano, dos o tres minutos y la información binaria copiaba en decimal. Parecía un reparón, y lo autómata prescindía austero en su interior. El humo no tardó en arrastrar las partículas de cáñamo cada vez más densas hacia cerebro. Fabricó imágenes nuevas, escupió datos en forma de volutas.
Al encarase consigo mismo, cabalgando sobre la onda del efecto, desistió de la superstición, de su devenir. Y en el clímax del trastorno miró su cara –lo supo antes de hacerlo- arrancando su piel a pellizcones; del aislante térmico, bulto de hojalata.
Inconforme desde su vientre, prosiguió con los pellejos mas despreciables –el efecto oscilando a su placer- y el reencuentro con su origen júbilo la experiencia.
A partir de ahí, la sensación virtual dejó de ser necesaria, se hizo en los circuitos; en la información cuando se encarna en forma de chispazo.
Al alba todo parecía en vano, dos o tres minutos y la información binaria copiaba en decimal. Parecía un reparón, y lo autómata prescindía austero en su interior. El humo no tardó en arrastrar las partículas de cáñamo cada vez más densas hacia cerebro. Fabricó imágenes nuevas, escupió datos en forma de volutas.
Al encarase consigo mismo, cabalgando sobre la onda del efecto, desistió de la superstición, de su devenir. Y en el clímax del trastorno miró su cara –lo supo antes de hacerlo- arrancando su piel a pellizcones; del aislante térmico, bulto de hojalata.
Inconforme desde su vientre, prosiguió con los pellejos mas despreciables –el efecto oscilando a su placer- y el reencuentro con su origen júbilo la experiencia.
A partir de ahí, la sensación virtual dejó de ser necesaria, se hizo en los circuitos; en la información cuando se encarna en forma de chispazo.