sábado, febrero 24, 2007

Creación vs Evolución: ¿Antagonismo infinito?

Al epilogar la pubertad, cuando empiezan a asentarse las primeras preguntas que brotan de la inocencia, nos damos cuenta que refugiarnos bajo el misterio de las respuestas se convierte en una solución proclive para las grandes incertidumbres.
Si bien, como diría Max Demian en la novela de Herman Hesse: “el que quiere nacer tiene que romper un mundo”; al romper ese mundo nos jactamos de encontrar un bagaje de inconsistencias que a pesar de nunca cuadrar con nuestro razonamiento, es aceptado.

Una de esas grandes incógnitas es: ¿de dónde venimos?, que de hecho es ciertamente desdeñada por quines son más fanáticos a sus devociones, en lugar ser estos los más asiduos a una afirmación presumible.
Existen dos tendencias principales que intentan responder dicha pregunta: la teoría creacionista y la evolucionista.
Realmente nos resuelven muy poco, aunque para aquellos devotas de estas tendencias se responda casi todo.
Como sabemos, la teoría creacionista parte de un Dios hacedor de todo por concepción autónoma, y la teoría evolucionista nos explica como se forma y transforma la materia progresivamente según las condiciones naturales.

La teoría creacionista toma una premisa ventajosa; Dios hizo todo. Lo cual siendo irrefutable para quienes lo crean, tiende a ser un tema de pocos argumentos (o mas bien los el libro sagrado proporcione).
El creacionismo tiene como pilares de su epifanía datos bíblicos como el arca de Noé y el diluvio, sucesos que tratan de sustentados por la ciencia, y no solo por la biblia.
Por otra parte esta teoría acierta con una deducción eminente: la tierra es joven.
Afirmaciones científicas como las que aseguran que la tierra se aleja cierta distancia de la luna progresivamente cada año, nos hacen conjeturar nuevas ideas sobre este asunto, desechando por consecuente que la tierra tenga millones de años.

En otro rubro de esta bifurcación creyente aparece la teoría evolucionista que parte de la idea de una célula desarrollada en el agua hace aproximadamente 4500 millones de años, y que gradualmente, apoyados por teorías como la selección natural, se formaron los primeros seres vivos, que estos a su vez fueron transformados y transmutados genéticamente para formar la diversidad biológica que las condiciones de vida demandan.
La anomalía que más descuella en el evolucionismo reside en el famoso eslabón perdido de la evolución, que asedia con una brecha de miles de años el desarrollo biológico del ser pensante.

La teoría creacionista se refugia sobre el brazo bíblico de Dios, esto hace que se tache de ser poco objetiva. Pero el verdadero fallo está en que los argumentos científicos de los creacionistas prueban casi nada a su favor, pero si en contra del evolucionismo. Lo que convierte al creacionismo en detractora de su antagónico en materia de ciencia.

Muchas veces no apreciamos que ambas teorías pueden asociarse para formar un todo, es decir, Dios creó todo, y otorgó las cualidades evolucionistas a la materia (al menos a la que conocemos por materia, que supone ser “todo”).
Pero lo importante es que cada quien se otorgue a si mismo la facultad de juicio en el tema a través del conocimiento, y no aceptar las falacias de aquellos que bajo su pretensión nos mantienen en la ignorancia.

sábado, febrero 10, 2007

Back to Cali

















De regreso en las lecturas del taller en el CEART, terminando con el poemario raver.

Me mudé unos días a http://fotolog.com/junky_letters.
Tenía, desde hace algún tiempo, lascivas ganas de hacer un flog solo de autores de ciencia ficción. Al parecer satisfice el antojo, eventualmente seguiré haciendo "reseñas literarias" dentro del flog.

En otro rubro más mundano, las travesías camioneras han vuelto. El blanco y el rojo son los colores con los que me asalta el desvelo entre semana. Las insignias Palaco y Santa Isabel son ahora mis rutas, sin importar que sus paradas me sean todas ajenas. Pues vivo en una calle de otra onda, aunque de mucho andar, que nos cuenta a diario el rolar inmigrante, arrancones, y alguna otra peripecia de transeúntes sin destino.